domingo, 20 de marzo de 2016

Tacto con polvo.

Creí que eras mi ángel, creí que podía llamarte con el suave tintinear de mis lágrimas.
Nunca me sentía sola porque creía que te tenía, pero ese día, ese día todo se esfumó;
tus alas se cayeron y la corona que inventé en sobre tus cabellos rizados desapareció.

Creí que tus delgadas manos recorrerían por siempre la superficie de mis  polvorientos muebles.
Nunca pensé que limpiaría, me gustaba ver la marca de tus dedos interrumpiendo el polvo;
el polvo y tus dedos, tu huella y mi alma, mi alma llena de polvo interrumpida por tu tacto.

Creí que iba a seguirte hasta el último de mis días, pero ni si quiera alcancé a partir.
Nunca imaginé que me rendiría tan fácil, ni que tú me dejarías a la deriva;
me necesitaste y no te seguí, te necesité y me dejaste partir.


El teatro absurdo, sin sentido, erróneo, lo conocí contigo y tu tacto lleno de polvo.

Ella y tú.

El tabaco me da frío, el alcohol me da calor;
Tu indiferencia me da frío, sus “te amo” me dan calor.

Ella es vino, tú eres tabaco.
Ella es vida, tú eres perdición.

Lo más ilógico de esto es que;
Prefiero el tabaco en vez del vino.

Lo más lamentable de esto es que;
Prefiero perderme, que vivir.

sábado, 23 de enero de 2016

Fragancia de Francia.

De bar en bar fui bebiendo tus lagrimas, ahogándome con tus penumbras y regalándote mi vida con el vino que derramaste sobre mi camisa. 
Página a página iba dibujando fantasmas enamorados, que susurraban un “te amo” por cada brisa que levantaba sus sabanas perfumadas con tu fragancia de Francia. 
Mujer coqueta que enamora con sus ojos que cubre con lentes de sol, mujer que perfuma las mañanas con su aliento a pasta dental, mujer que elabora los mejores “te amo” con la curvatura de sus labios. 
Cuando pensé que era mía, era de todos y a la vez de nadie. Me dejaba engañar por las cartas de las cuales se desprendía aquel aroma tan particular. 
A través del tiempo la seguí buscando en cada mostrador de cada perfumería que se cruzaba por mi camino. 
Pasaba con lentitud, a veces demasiado veloz y las fragancia perduraba en mi interior, tal vez yo me aferraba a lo único que me quedaba de ella; lo que me quedaba de ese loco amor.